El #Pacífico rompe las reglas: La Niña desaparece sin avisar
En un giro que dejó perplejos a los expertos, el fenómeno de La Niña, que debía surgir en el primer semestre de 2025, simplemente no apareció. Las proyecciones del Centro de Predicción Climática del NOAA y del Centro Europeo apuntaban a un enfriamiento progresivo del Pacífico ecuatorial, pero las aguas se mantuvieron en rangos neutros. Esto desbarató las predicciones estacionales y dejó al mundo sin uno de los factores clave para anticipar sequías, inundaciones y huracanes.
La Niña suele actuar como un freno al calentamiento global temporal, enfriando la superficie del océano y modulando la circulación atmosférica. Su ausencia no solo impide ese alivio, sino que también reduce la posibilidad de lluvias en regiones como Australia, el sudeste asiático o el norte de Sudamérica. En cambio, zonas como el sur de Estados Unidos o el Cuerno de África podrían recibir precipitaciones más intensas de lo previsto, debido al fortalecimiento de condiciones neutrales cálidas.
Además, este cambio afecta directamente la temporada de huracanes del Atlántico. Durante años, La Niña ha contribuido a que los vientos en altura se debiliten, facilitando la formación de ciclones más intensos. Sin ella, los modelos comienzan a mostrar una actividad ciclónica menos predecible, aunque algunos expertos advierten que las aguas más cálidas del Atlántico —alimentadas por el calentamiento global— podrían compensar la ausencia del fenómeno, provocando tormentas igualmente destructivas.
Científicos advierten que esta desaparición de La Niña podría ser un síntoma de un sistema climático que empieza a romper sus ciclos naturales. “Estamos viendo señales de un planeta que ya no responde como antes”, dijo Michael McPhaden, investigador de la NOAA. La incertidumbre crece, y con ella la dificultad para proteger a millones de personas que dependen de estas señales para planificar cosechas, gestionar embalses o evacuar a tiempo. El clima, literalmente, ha dejado de seguir el guion.
